La producción de alimentos en general es una actividad productiva que requiere del agricultor una combinación de conocimientos ancestrales y modernos. Este proceso involucra factores como el recurso genético, el medio ambiente y la tecnología para proteger las plantas y asegurar una cosecha exitosa.
Esta actividad puede durar meses o incluso años, durante los cuales los agricultores deben proteger sus cultivos de riesgos ambientales como heladas, sequías, inundaciones e insolación. Estos eventos pueden ocurrir de manera impredecible y tener efectos devastadores en las cosechas.
Uno de los principales desafíos en la agricultura es la protección contra riesgos ambientales como heladas, sequías, inundaciones e insolación, que pueden tener efectos devastadores en las cosechas. Además, la amenaza de hongos, bacterias y otros fitopatógenos es constante. Enfermedades como la rancha en papa pueden destruir una plantación en tan solo 48 horas, como ocurrió en Irlanda en 1845, causando una hambruna generalizada.
Los fitófagos también están presentes en el proceso de producción de alimentos, los ácaros del arroz pueden ocasionar granos vacíos; en otros casos como los ácaros del tostado podrían causar solo la pérdida de calidad del fruto.
El agricultor, dedicado a producir alimentos debe proteger sus cultivos de factores adversos que pueden causar daño a sus plantas y destruyen sus cosechas. Para ello, emplea diversas estrategias de producción, siendo la más generalizada la de nutrir bien a la planta para tener una buena resistencia frente al cualquier factor negativo. Esto incluye optimizar las condiciones de crecimiento y crear un entorno desfavorable para las plagas mediante prácticas como la selección de la época de siembra, densidades de plantación adecuadas, fertilización correcta y protección de los controladores biológicos y otros.
Cuando estas prácticas no son suficientes para controlar las plagas como fitopatógenos o fitófagas, es necesario recurrir al uso responsable de plaguicidas, como fungicidas e insecticidas. Estos productos ayudan a reducir las poblaciones de plagas y evitar daños mayores en las cosechas. Sin embargo, es crucial usar estos químicos de manera adecuada, respetando las dosis y el período de carencia, para asegurar que los residuos estén por debajo del Límite Máximo de Residuos (LMR), garantizando la seguridad para el consumidor.
En el Perú la legislación vigente (DS 001-2015MINAGRI) contempla la participación activa de los Titulares de Registro, de los Distribuidores y de los Agricultores en la capacitación para el buen uso de los plaguicidas y evitar intoxicaciones, así como contaminación ambiental.
Finalmente, es importante reconocer que los diferentes actores de esta escena tienen roles definidos, pero requieren un compromiso permanente con la producción de alimentos saludables.